
Todo comenzó con una invitación que parecía inofensiva: salir a un colmado cercano con una amiga conocida apenas de vista. Lo que inició como una salida común se transformó en una experiencia que dejó cicatrices profundas.
La joven de 21 años, que prefiere mantener su identidad protegida, relató meses después cómo aquel 18 de marzo en Villa González, Santiago, se convirtió en una cadena de confusión y miedo.
El trayecto en motoconcho, acompañado de bebidas de contenido incierto, marcó el inicio del desconcierto.
“Fui varias veces al baño y luego… no recuerdo nada más”, comentó, describiendo cómo despertó en un hospital sin poder reconocer completamente a quienes la rodeaban, incluida Nayelis y un joven identificado posteriormente como “Ferere”. La memoria de la noche se fragmenta en imágenes confusas y vacíos que aún la perturban.
Semanas después, el hallazgo de videos relacionados con el incidente intensificó su angustia. “Vi mi rostro en una casa de madera… y la cara de Ferere.
No pude verlo todo, pero fue suficiente para recordarlo”, narró, mostrando cómo la exposición mediática afectó su bienestar emocional.
La psicóloga forense Leidys Vargas, del INACIF, destacó la coherencia del relato y la orientación en tiempo, espacio y persona, aunque evidenció signos claros de estrés, cansancio y emociones intensas.
El informe final propone un proceso psicoterapéutico, enfocado en restaurar su estabilidad emocional y ayudar a la joven a reconstruir la rutina y la seguridad que fueron alteradas por aquella noche.





